El ritmo, frecuencia o pulsaciones cardíacas, se mide como el número de latidos en un período de tiempo determinado, normalmente por minuto, siendo las pulsaciones normales las que se tienen en estado de reposo.
Para una persona adulta en reposo se considera normal entre 60 y 100 pulsaciones por minuto, aunque no es un margen estricto y también es muy común que se considere normal entre 50 y 90 pulsaciones por minuto, sobre todo en bibliografía más moderna.
Además, la frecuencia cardíaca en reposo es muy variable de una persona a otra en función de numerosos factores, entre los más influyentes destacan la edad, la complexión y peso corporal, estado de salud cardiovascular, uso de ciertos medicamentos, la temperatura ambiental o incluso el estado emocional; por ejemplo, el estrés y la ansiedad aumentan el ritmo del corazón.
Durante la práctica de ejercicio físico es normal que aumente el ritmo cardíaco para llevar más nutrientes y oxígeno a los músculos, pero al mismo tiempo la práctica regular de ejercicio disminuye las pulsaciones en reposo.
Un atleta bien entrenado puede tener entre 40 y 60 pulsaciones por minuto estando en reposo y descansado. El corazón es capaz de bombear menos veces pero de forma más eficiente. La contracción del corazón es realizada por el miocardio, un tipo de músculo, y como cualquier otro músculo, su entrenamiento lo hace más eficiente.
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¿Cómo se miden las pulsaciones?
El ritmo del corazón se suele medir mediante palpación de arterias superficiales y contando el número de pulsaciones que se notan. Las zonas dónde se puede medir mejor son las muñecas, en la parte anterior de los codos, en los laterales del cuello o en la parte superior de los pies.
Se colocan dos dedos sobres las arterias superficiales en estas zonas y se cuentan el número de pulsaciones durante un minuto. También se pueden contabilizar las pulsaciones durante 30 segundos y multiplicarlas por dos, o durante 20 segundos y multiplicarlas por 3. Se debe evitar la palpación con el pulgar, ya que es normal notar a la vez las pulsaciones propias del pulgar y de la zona de palpación, lo que puede llevar a lecturas erróneas.
También existen dispositivos electrónicos capaz de medir el ritmo cardíaco, ya sea mediante presión en arterias superficiales o mediante electrodos.
Frecuencia cardíaca en reposo, taquicardia y bradicardia
El número de pulsaciones en reposo mide la frecuencia cardíaca cuando la persona está tranquila, relajada y sentada o tumbada. Si ha practicado ejercicio, se debe esperar alrededor de 30 minutos para que las pulsaciones se normalicen. La mejor medida de las pulsaciones en reposo es por la mañana antes de levantarse.
Se considera normal que la frecuencia cardíaca en reposo se sitúe entre 60 y 100 pulsaciones por minuto para los adultos. Durante el sueño se puede bajar hasta 40-50. Los niños y adolescentes suelen tener una frecuencia cardíaca mayor; en estas edades el rango normal se suele subir a 70-100.
Una frecuencia cardíaca en reposo por encima de 100 pulsaciones por minuto se considera taquicardia, si cae por debajo de 60 se considera bradicardia. Si el corazón late de forma irregular, aún estando dentro del rango normal de pulsaciones, se considera arritmia.
Tanto la taquicardia como la bradicardia y la arritmia pueden indicar problemas cardiovasculares, aunque es frecuente que haya personas con un ritmo cardíaco en reposo inferior a 60 pulsaciones por minuto sin padecer ninguna enfermedad; por ejemplo, las personas físicamente activas y los atletas suelen tener un ritmo cardíaco en reposo más bajo que la media; los músculos cardíacos de estas personas están ejercitados para bombear de forma efectiva sin necesidad de incrementar la frecuencia de contracción.
Pulsaciones por debajo de 60 sin enfermedad asociada también es habitual en personas con tratamiento farmacológico para la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares que causan el descenso en la frecuencia cardíaca como efecto secundario.
Un ritmo superior a 150 latidos por minuto es signo de taquicardia supraventricular. En esta situación, el sistema de conducción del corazón está fuera de control y suele requerir atención médica para normalizarlo.
Hipertensión y ritmo cardíaco
Es bastante frecuente que se asocie la hipertensión con un mayor ritmo cardíaco, incluso con taquicardias, pero ambas condiciones pueden ser independientes. La presión arterial mide la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias, mientras que el pulso mide el número de contracciones del corazón por minuto.
No hay una relación directa entre ambas medidas y la hipertensión no tiene por qué ir acompañada de un ritmo cardíaco aumentado, ni viceversa. Esta separación se pone de manifiesto claramente en una persona haciendo deporte: el número de pulsaciones puede subir de forma considerable mientras que la presión arterial sube ligeramente.