
Las células sanguíneas, también llamados glóbulos sanguíneos, células hematopoyéticas, hemocitos o hematocitos, son el conjunto de células formadas a través de la hematopoyesis, un proceso de diferenciación celular que tiene lugar en la médula ósea.
Al utilizar estos nombres, hay que tener cuidado y no confundir hemocito t hematocito, que como hemos mencionado se refieren al conjunto de las células sanguíneas, con hematíe, que, como veremos a continuación, es un tipo concreto de célula sanguínea.
Además, hay que tener en cuenta que hemocito también se puede referir a una célula inmunitaria presente en la hemolinfa de animales invertebrados, por lo que este nombre hay que utilizarlo con cuidado.
Índice de contenido
Tipos de células sanguíneas
Todas las células sanguíneas se forman a partir de una misma célula madre llamada célula madre hematopoyética o hemocitoblasto, que es una célula madre multipotencial localizada en la médula ósea.
La médula ósea o tuétano se localiza en el tejido óseo esponjoso, destacando los huesos largos. Aquí se produce la hematopoyesis, que es el proceso de diferenciación del hemocitoblasto en las diferentes células sanguíneas.
Los tres tipos de células sanguíneas son:
- Glóbulos rojos, eritrocitos o hematíes: contienen grandes cantidades de hemoglobina, una proteína utilizada para transportar oxígeno molecular (O2) desde los pulmones a los tejidos y CO2 desde los tejido a los pulmones.
- Glóbulos blancos o leucocitos: los leucocitos son las células del sistema inmunitario. Existen dos grandes linajes de leucocitos, los mieloides y los linfoides, todos originados de la célula madre hematopoyética, aunque algunos migran de la sangre y la linfa a tejidos y órganos de todo el cuerpo.
- Plaquetas o trombocitos: son fragmentos muy pequeños e irregulares de los megacariocitos, sus células precursoras.

De la célula madre hematopoyética se desarrollan dos líneas celulares, el llamado linaje o serie mieloide, y el linaje o serie linfoide:
- Serie mieloide: da lugar a los glóbulos rojos, a las plaquetas y a una parte de los leucocitos: mastocitos, monocitos y granulocitos (basófilos, neutrófilos y eosinófilos).
- Serie linfoide: da lugar a los linfocitos, otro tipo de leucocitos que completan su desarrollo en la linfa y órganos del sistema linfático, de ahí su nombre.
Las primeras células sanguíneas descubiertas fueron los glóbulos rojos, observadas por primera vez en 1658 por el naturalista Jan Swammerdam. Las plaquetas se descubrieron en 1842 y los leucocitos en 1843.
En su conjunto constituyen aproximadamente el 45% del volumen de la sangre, mientras que el plasma constituye el 55% restante.
No obstante, en el torrente circulatorio se suelen conocer como elementos formes de la sangre, y no como células, ya que los eritrocitos pierden el núcleo y las plaquetas son fragmentos celulares, solo los leucocitos permanecen como verdaderas células en circulación.
Glóbulos rojos
Los glóbulos rojos, también llamados eritrocitos o hematíes, son las células sanguíneas encargadas del transporte de gases (oxígeno y dióxido de carbono). Son las células más abundantes en la sangre de animales vertebrados, aunque con ligeras variaciones entre diferentes especies.
El citoplasma de los glóbulos rojos está repleto de hemoglobina, una proteína caracterizada por tener un grupo hemo, un grupo prostético que contiene hierro.
El grupo hemo es capaz de unirse al oxígeno para transportarlo, y es el responsable del color rojo de los eritrocitos. Toman el oxígeno en los pulmones, o en las branquias en el caso de los peces, lo transportan a través del sistema circulatorio y lo liberan en los diferentes tejidos del cuerpo.
En el ser humano, y en general en los mamíferos, los glóbulos rojos tienen características únicas respecto al resto de vertebrados: pierden el núcleo celular cuando maduran y tienen forma de disco bicóncavo.
La pérdida del núcleo deja más espacio para el transporte de gases, y la forma de disco bicóncavo ofrece un mayor ratio de superficie por volumen, lo que facilita la difusión de los gases a través de su membrana.
Hay algunas excepciones entre los mamíferos, como en los ungulados artiodáctilos (vacas, ciervos, etc), que presentan glóbulos de diversas formas.
En la pulpa roja del bazo se acumulan grandes cantidades de eritrocitos maduros. Aquí también se destruyen los eritrocitos viejos o dañados, en concreto en los cordones de Billroth, y la hemoglobina se recicla.
En condiciones normales, la concentración de glóbulos rojos es de 4 a 6 millones por centímetro cúbico o mililitro, y tienen una vida media de 80-90 días.
Glóbulos blancos
Los glóbulos blancos, también llamados leucocitos, son las células del sistema inmunitario, células especializadas en ejecutar funciones de control y defensa.
Una parte de los leucocitos se forman en el linaje mielodie, el mismo linaje que los eritrocitos y las plaquetas, mientras que otros leucocitos se forman en el linaje linfoide.
- Leucocitos mieloides: mastocitos, monocitos (en tejidos se transforman en macrófagos y otras células especializadas) y los granulocitos (eosinófilos, neutrófilos y basófilos).
- Leucocitos linfoides: maduran en tejidos y órganos linfáticos. Son los linfocitos B, linfocitos T y células linfoides innatas.
Los leucocitos se pueden encontrar por todo el organismo. En la sangre, constituyen aproximadamente el 1% del volumen, aunque la cantidad de leucocitos en sangre aumenta ante muchos tipos de enfermedades, especialmente ante infecciones.
Algunos leucocitos terminan de madurar y especializarse en otras células según el tejido en el que se establezcan. Por ejemplo, los monocitos de la sangre pueden abandonar la circulación y repartirse por tejidos de todo el cuerpo, donde se transforman en macrófagos, la célula fatocítica más importante del cuerpo.
Algunos monocitos se especializan todavía más en ciertos tejidos. Por ejemplo, las células de Kupffer del hígado o la microglía del Sistema Nervioso Central, también se forman a partir de precursores monocíticos.
La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a los glóbulos blancos en sus diferentes etapas de desarrollo, tanto a su diferenciación durante la hematopoyesis como a su maduración posterior.
Plaquetas
Las plaquetas, también llamadas trombocitos, son pequeños fragmentos celulares, con un diámetro aproximado entre 2 y 3 µm, que se generan a partir de los megacariocitos en la médula ósea.
Las plaquetas circulan inactivas, con una forma de disco biconvexo. Cuando se activan, su membrana emite numerosas proyecciones y adquiere una forma muy irregular.
En su forma activa, las plaquetas se vuelven adherentes y se agregan unas a otras para formar coágulos. También se adhieren al endotelio vascular para formar tapones que, juntos al fibrinógeno y demás factores de coagulación, evitan hemorragias en caso de rotura.
Algunos factores de coagulación, como el factor tisular, junto a los factores de crecimiento liberados por las plaquetas, estimulan la actividad de los fibroblasto, y la formación de nuevo tejido.
Por tanto, el coágulo sanguíneo no es solo una solución temporal para evitar hemorragias, sino que es imprescindible para la reparación tisular.
La concentración de plaquetas oscila considerablemente entre 150 y 450 mil plaquetas por mililitro de sangre.
Hemograma y fórmula sanguínea
El hemograma, biometría hemática o conteo sanguíneo completo, es una prueba de diagnóstico muy común y habitual, y consiste en analizar una muestra de sangre para estimar la concentración de glóbulos rojos, de plaquetas y de leucocitos, así como sus tipos y variaciones.
Un hemograma básico recoge la siguiente información:
- Referente a los glóbulos rojos: cantidad de eritrocitos, reticulocitos (eritrocitos inmaduros), hematocrito, hemoglobina e índices eritrocitarios (volumen corpuscular medio, hemoglobina corpuscular media y concentración de hemoglobina corpuscular media).
- Referente a los glóbulos blancos: recuento de leucocitos y fórmula leucocitaria (tipos de leucocitos en la muestra sanguínea).
- Cantidad de plaquetas
El hemograma se puede realizar de forma manual observando una muestra sanguínea en una cámara de Neubauer o utilizando analizadores automáticos.
La información del hemograma es útil para evaluar el estado de salud general del paciente, como screening para numerosas enfermedades y como herramienta de monitorización de diversas patologías y tratamientos.