La meningitis es la inflamación de las meninges, unas membranas de tejido conectivo que cubren todo el sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal) por debajo de las estructuras óseas (cráneo y columna vertebral). La meningitis vírica o meningitis viral está causada por infecciones víricas y es el tipo de meningitis más común, por encima de las meningitis bacterianas, fúngicas, parasitarias y por causas no infecciosas (fármacos, drogas, enfermedades).
La meningitis viral suele ser menos grave que la meningitis bacteriana y muchos casos remiten por sí solos, pero si se complica, la meningitis puede llegar a un desenlace fatal que ponga en riesgo la vida, por lo que es muy importante acudir al médico ante los primeros síntomas para que pueda hacer un diagnóstico apropiado.
Índice de contenido
Virus causantes
La meningitis vírica se puede producir por varios tipos de virus. Los más comunes de los son enterovirus no polio, por ejemplo echovirus y coxsackievirus. Estos virus suelen vivir en el tracto digestivo y siguen una transmisión fecal-oral, por ejemplo a través de alimentos contaminados. La incidencia de este tipo de meningitis suele tener un fuerte carácter estacional, sobre todo en verano
Otros virus que pueden causar meningits son paramixovirus (paperas), herpesvirus (herpes simple, sobre todo el herpes simple tipo 2 o genital, herpes Zóster, Epstein-Barr), morbilliviurs (sarampión), influenza (gripe), virus coriomeningitis linfocítica, algunos arbovirus (transmitidos por mosquitos y otros insectos, encefalitis de San Luis, virus de la encefalitis de California, virus del Nilo Occidental) y el VIH (SIDA).
Pero la mayoría de personas que se contagian con estos virus no desarrollarán meningitis, solo algunas personas por sus condiciones concretas llegarán a tener meningitis. Por ejemplo, niños menores de 5 años y en personas imunodeprimidas se consideran personas de riesgo.
Las principales vías de transmisión son:
- contacto entre una infección localizada y el torrente sanguíneo.
- alimentos contaminados con enterovirus (por ejemplo al no lavarse las manos después de defecar).
- contacto sexual y genital (herpesvirus, sífilis y otros).
- picaduras de mosquitos y otros insectos.
- algunos virus se transmiten por el aire y se inhalan, por ejemplo a través de la tos.
Muchas veces se puede ver el uso del término meningitis aséptica para referirse a la meningitis vírica, pero en la meningitis aséptica se incluyen todas las formas de meningitis en las que no se encuentran microorganismos en estudios convencionales como tinción de Gram, lo que incluye muchos tipos de infecciones, no solo víricas, incluso algunas infecciones bacterianas como Borrelia burgdorferi (enfermedad de Lyme) o Treponema pallidum (sífilis), por lo que es un término que se tiende a dejar de utilizar.
Síntomas
Los síntomas iniciales de la meningitis vírica suelen ser síntomas no específicos que se dan en otras infecciones víricas, como fiebre, malestar general, dolor muscular, dolor de cabeza, síntomas respiratorios como tos o síntomas digestivos como vómitos y pérdida de apetito.
A medida que avanza la infección comienzan a aparecer otros síntomas que ya si pueden sugerir la presencia de meningitis. Incluyen fiebre, dolor de cabeza y rigidez de nunca; la combinación de estos tres síntomas son muchas veces suficientes para comenzar un tratamiento de meningitis. Estos síntomas, sin embargo, son prácticamente los mismos que aparecen en la meningitis bacteriana y es muy difícil distinguirlas sin pruebas de laboratorio.
La rigidez de nuca es un síntoma muy característico y se acompaña de dolor al intentar bajar la cabeza hacia adelante, a veces se convierte en un movimiento imposible de realizar. También hay molestias al realizar otros movimientos del cuello, pero no tanto como al bajar la cabeza hacia adelante.
Diagnóstico y tratamiento
Las meningitis víricas más comunes suelen ser de carácter autolimitante y pronóstico benigno; la mayoría de casos curan por sí solos. Las meningitis bacterianas, por el contrario, suelen tener síntomas más intensos, evolución más rápida y pronóstico más grave.
Por este motivo, si se sospecha una meningitis se debe realizar un diagnóstico diferencial mediante el análisis de líquido cefalorraquídeo. La muestra se suele extraer mediante punción lumbar en la médula espinal y se realiza un cultivo que confirme si se trata o no de una infección bacteriana. También se estudian con frecuencia muestras de sangre, heces, garganta, nariz o recto.
No se suelen hacer cultivos de virus, es más común que se busquen por otras pruebas más fáciles de realizar. Por ejemplo, los enterovirus y los herpesvirus se detectan mediante reacción en cadena de la polimerasa y otros, como algunos arbovirus, se detectan por la presencia de anticuerpos específicos.
La mayoría de casos de meningitis viral se recuperan por si solos en una o dos semanas. En estos casos, el tratamiento puede limitarse a la disminución de los síntomas con antiinflamatorios, analgésicos y antipiréticos.
Solo algunos tipos de virus disponen de tratamiento antiviral. Los virus del herpes simple y del herpes zóster se suelen tratar con aciclovir y en casos de VIH se utilizan antirretrovirales.
Si el paciente muestra síntomas intensos que sugieran meningitis bacteriana, se puede comenzar el tratamiento con antibióticos antes de tener los resultados de los cultivos. Si la meningitis bacteriana da negativo, se suspenderán los antibióticos. De esta forma se previene el avance una posible meningitis bacteriana que si no se trata puede evolucionar rápidamente y produce daños irreversibles.