Los glaciares se describen como acumulaciones persistentes de hielo que muestran características de flujo propiciado por su propio peso. Se forman en zonas polares y de alta montaña dónde hay nieve que no desaparece durante las épocas cálidas, por lo que se va acumulando y compactando hasta formar un hielo denso conocido hielo glaciar.
La formación de un glaciar es un proceso muy lento consecuencia del clima y su evolución es una parte muy importante del ciclo meteorológico del agua, ya que contienen una cantidad estimada entre el 60 y el 70% de las reservas de agua dulce del planeta.
Índice de contenido
El proceso de formación
Los glaciares se forman en zonas donde la acumulación de nieve entre estaciones es superior a los fenómenos de fusión, evaporación y sublimación de agua. El proceso se puede dividir en tres etapas:
- Acumulación de nieve interanual
- Compactación
- Formación de hielo glaciar
La formación del glaciar comienza con la acumulación de nieve que perdura de un invierno a otro. El proceso continua con la transformación de la nieve en hielo, que puede ser por fusión y recongelación del agua o por compactación y recristalización de la nieve.
En zonas muy frías, especialmente en regiones polares, la fusión puede ser muy lenta, incluso ausente, y la compactación es prácticamente el único método de formación de hielo. En cada estación fría, la nieve del año anterior es cubierta por nuevas capas de nieve. Las capas inferiores van siendo sometidas cada vez a más presión y la nieve comienza a compactarse y a recristalizar para formar hielo.
Aproximadamente en dos estaciones frías se forma nieve tipo firn, un estado intermedio entre nieve y hielo glaciar. La nieve firn está parcialmente compactada y es más densa que la nieve reciente; tiene un aspecto de azúcar húmedo muy duro con una densidad superior a 500 kg/m3 (la densidad del agua es aproximadamente 1000 kg/m3).
Primero se forman cristales pequeños. Con el paso del tiempo y la acumulación de más nieve y hielo, los cristales se van uniendo haciéndose cada vez más grandes y comprimidos dejando espacios de aire entre ellos cada vez más pequeños. El hielo glaciar antiguo puede llegar a contener cristales de hielo muy grandes formados durante cientos e incluso miles de años. El hielo glaciar se ve azul bajo la luz solar debido a que absorbe las longitudes de onda del rojo.
Una característica fundamental de los glaciares es que presentan flujo inducido por su propio peso. El flujo se da entre dos zonas distinguibles dentro de un glaciar. Por un lado está la zona de acumulación donde se va formando y acumulando hielo glaciar; por otro lado está la zona de ablación donde hay una pérdida de masa neta por fusión, evaporación, sublimación y desprendimiento de bloques de hielo (icebergs).
La transición entre ambas zonas es continua, pero se suele trazar una línea imaginaria entre ambas, la línea de equilibrio.
Aproximadamente a partir de los 50 m de espesor, la presión es tal que el hielo inferior sufre una deformación plástica, lo que permite el lento flujo característico de los glaciares. El glaciar adopta forma de lengua o colada que fluye a través de valles, generalmente hasta lagos, ríos y mares dónde se funden y fragmentan.
La velocidad de flujo depende de la pendiente y de la fricción. La fricción también es responsable del arranque glaciar que va erosionando el terreno. La velocidad de desplazamiento suele ser lento pero puede variar hasta los 20 o 30 metros diarios, por ejemplo en el glaciar Jakobshavn de Groenlandia.
Efectos del calentamiento global
A lo largo de la historia geológica del planeta han existido períodos más fríos y períodos más cálidos de forma alterna. Durante los períodos glaciales las temperaturas son más frías y los frentes de los glaciares se extienden; durante los períodos interglaciales las temperaturas son más cálidas y los frentes de los glaciares se retraen.
Existen evidencias de que estos períodos se han alternado en ciclos de millones de años. Aunque no se conoce exactamente las causas que provocan estos cambios a largo plazo, es probable que se produzcan por una combinación de numerosos factores, entre ellos variaciones orbitales como los ciclos de Milankovitch, movimientos tectónicos y cambios en la composición atmosférica.
Actualmente estamos en un período interglacial, ya que existe un balance de masa negativo generalizado en los glaciares del planeta. El período interglaciar actual se está produciendo a un ritmo muy acelerado propiciado por la actividad humana y sus efectos sobre la composición de la atmósfera, especialmente sobre la concentración dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero.
Se estima que los glaciares contienen más agua dulce que todos los ríos, lagos y cualquier otra masa de agua dulce del mundo juntas. La velocidad a la que están perdiendo volumen, además de provocar la subida del nivel del mar, acelera el calentamiento global aún más, pues el hielo es capaz de reflejar parte de la energía solar.
La Antártida ha perdido más del 75% de su hielo en el último siglo y el Ártico más de la mitad. El avance del hielo del Ártico es, junto a la temperatura media global, uno de los principales indicadores del cambio climático.