Los ligamentos son bandas de tejido elástico que, en la mayoría de los casos, unen los huesos en las articulaciones. Son elementos anatómicos clave en el movimiento de las articulaciones controlando la amplitud del movimiento y estabilizándolas al hacer que los huesos se muevan con la alineación apropiada. Algunas estructuras del peritoneo, la membrana que envuelve a la cavidad abdominal, también reciben el nombre de ligamentos aunque su función es bastante diferente.
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La estructura y composición de los ligamentos
Los ligamentos están formados principalmente por una sustancia proteica llamada colágeno. El colágeno se distribuye formando grupos llamados fascículos que a su vez se unen para formar las denominadas fibras básicas, estructura base de los ligamentos. Estas fibras son largas, flexibles y resistentes. El colágeno también está presente en la piel humana y otros animales de sangre caliente aportando elasticidad y es el principal componente del tejido conectivo de todo el cuerpo.
La alta elasticidad y resistencia de las fibras de colágeno permite a las articulaciones moverse sin distenderse demasiado evitando que los huesos se suelten. Para que la articulación de mantenga dentro de su rango normal de movimiento, entra en juego la longitud de los ligamentos y su disposición, generalmente en cruce, que mantiene el movimiento entre los huesos articulados dentro de un determinado límite.
Los diferentes tipos y su función
El tejido conectivo sirve para proteger órganos, almacenar energía, sostener estructuras del cuerpo y unir otros tejidos. La mayoría de ligamentos realizan la última función y además ayudan a mantener la flexión o extensión de las articulaciones. Estos son los ligamentos articulares.
En el codo, por ejemplo, están el ligamento colateral radial, el colateral cubital y los ligamentos anulares. Entre todos forman un conjunto que mantienen unidos los huesos y el engranaje de la articulación y permite su movimiento. Otros ejemplos de articulaciones con ligamentos son la muñeca, la pelvis, el tobillo o la rodilla. En todas suele haber un mínimo de tres, en la rodilla hay ocho ligamentos.
Otros ligamentos, como los que se pueden encontrar en la parte trasera de muchas articulaciones, sirven principalmente para dar estabilidad al hueso o cartílago al que se une. Esta función de refuerzo de otra estructura la realizan los llamados ligamentos accesorios. Algunos ligamentos accesorios, como los de la ATM (articulación temporomandibular) están incluso relativamente lejos de la articulación.
Existen otras estructuras en el cuerpo humano a las que se llaman ligamentos aunque no sirven de unión de huesos y articulaciones. Entre ellas podemos encontrar los ligamentos remanentes fetales, como el ligamento falciforme, un remanente de la vena umbilical del feto que mantiene unido al hígado a la pared posterior del abdomen.
En el abdomen también nos encontramos con los ligamentos peritoneales, unos repliegues del peritoneo, la membrana que recubre la mayoría de los órganos del abdomen. Los ligamentos peritoneales rodean importantes venas, como la vena porta hepática, ofreciendo protección, y fijan o sostienen órganos del abdomen y algunas partes del aparato reproductor femenino.
Lesiones y tratamientos más habituales
La lesión sin duda más habitual que afecta a los ligamentos son los esguinces. Los esguinces ocurren cuándo el ligamento sufre una extensión, normalmente repentina y inesperada, que supera su capacidad normal. Es frecuente que se produzcan a la vez distensiones y desgarros de fibras musculares.
Los esguinces se suelen producir por movimientos repentinos de cierta violencia pero también se pueden producir realizando técnicas de estiramiento corporal inadecuadas o de forma errónea. Si la distensión del ligamento es tan fuerte que lo rompe o lo desgarra, la lesión es más grave.
Debido a que los ligamentos tienen un papel importante en la estabilización de las articulaciones, son bastante susceptibles a lesiones ya que están en continuo uso y presión. Entre los atletas las lesiones de ligamentos son las más comunes, sobre todo en rodillas, codos, hombros y tobillos. Estas articulaciones son las más usadas al correr, saltar o lanzar.
Por poner un ejemplo muy conocido, el ligamento anterior cruzado (ACL) se localiza en la parte anterior de la rodilla y es objetivo frecuente de lesiones en deportes que requieren carrera o un contacto fuerte.
Cuándo se producen esguinces o distensiones de los ligamentos con frecuencia la articulación implicada se hace menos flexible y se vuelve más débil, lo que puede tener implicaciones de salud a más largo plazo.
La recuperación de los ligamentos dañados es relativamente lenta si se compara con otros tejidos. Uno de los motivos es que el aporte de sangre en los tejidos conectivos es muy bajo. Al tardar tanto en sanar completamente, es muy importante que los pacientes tengan especial cuidado en no realizar movimientos que supongan presión excesiva sobre el ligamento dañado durante algún tiempo.
El tratamiento de los esguinces consiste básicamente en el reposo e inmovilización si es necesario. Si hay inflamación o dolor se puede tratar con analgésicos orales o remedios como la aplicación de frío para disminuir la inflamación. Algunas lesiones pueden requerir terapia de recuperación física a través de ejercicios suaves. Los casos de desgarros y roturas de ligamentos requieren casi siempre intervención quirúrgica.
El beneficio de ejercicios de estiramiento
Realizar ejercicios de estiramiento a diario aumenta la longitud y flexibilidad de músculos y ligamentos. Esto a su vez fortalece todo el sistema articular a la vez que permite que las articulaciones se muevan cada vez con un rango más amplio y que soporten más actividad. Por esto es la mejor prevención de esguinces y otras lesiones articulares.
Y si practicas estiramientos a diario durante mucho tiempo puede que llegues a realizar algún movimiento con tu cuerpo que antes te parecía imposible. Algunas personas son extremadamente elásticas de forma natural, como las que padecen el síndrome de Marfan o tienen hiperlaxitud articular. Estas personas se caracterizan por tener unos ligamentos más largos y flexibles de lo normal, pero también a menudo más frágiles.
No confundas ligamentos y otras estructuras de colágeno
En el cuerpo podemos encontrar varias estructuras formadas básicamente de colágeno y que se pueden confundir, y de hecho lo son, frecuentemente entre sí. Por ejemplo, los tendones, que conectan los músculos con el hueso y las fascias musculares que unen nervios, vasos sanguíneos y fibras musculares. Los ligamentos unen hueso con hueso y tienen una función bastante diferente, aunque todos estén compuestos de colágeno.