
La necrosis es un proceso patológico en el que un conjunto de células o un tejido muere de forma prematura, generalmente mediante lisis celular provocada por factores externos como infecciones, toxinas o traumatismos.
Las células que sufren necrosis, a diferencia de la apoptosis, no siguen una muerte controlada, sino que pierden la integridad de su membrana citoplasmática y liberan los productos de su muerte al espacio extracelular causando una respuesta inmune de tipo inflamatorio en el tejido circundante. Mientras la apoptosis ocurre de forma natural y es frecuentemente beneficiosa, la necrosis es un problema de salud grave que puede llegar a ser fatal para el paciente.
En una herida se puede producir necrosis por muchos motivos, entre ellos traumatismos, infecciones, cáncer, inflamación, algunos venenos, congelamiento o isquemias que impiden el riego sanguíneo. Cuándo la necrosis es avanzada y afecta a zonas amplias se produce gangrena.
Una causa común de isquemias locales es la diabetes y otros trastornos metabólicos. También es común que se necrosen úlceras de presión, unas heridas que se producen por presión local mantenida que comprime tejido blando contra prominencias óseas y que se suelen dar en pacientes inmóviles.
Existen dos tipos principales de tejido necrótico en heridas: las escaras y los esfácelos. Las escaras son secas, suelen ser gruesas y de aspecto coriáceo (similar al cuero), normalmente negras o marrones, y están formadas por tejido necrosado deshidratado. Los esfácelos son restos de tejido necrosado, pus y fribrina; suelen ser húmedos, de aspecto fibroso y color amarillo o marrón. Si el tejido muerto comienza a pudrirse, es normal que aparezca mal olor.
Tratamiento y manejo
El tejido necrosado no se puede recuperar y retrasa la curación de la herida hasta llegar a impedirlo totalmente, motivo por el que es necesario extirparlo quirúgicamente en una intervención que se conoce como desbridamiento o aseo quirúgico. Al retirar el tejido necrótico de la herida, se reduce el riesgo de proliferación microbiana y se permite el crecimiento de tejido sano en su lugar.
La causa subyacente que ha producido la herida y la necrosis también se debe tratar, lo que puede incluir administración de antibióticos, antídotos para venenos, alivio de presión en la zona o cualquier otro tratamiento adecuado según el caso. Para reducir el riesgo de que se produzcan heridas necróticas en pacientes de riesgo, es importante mantener la zona hidratada y evitar la desecación.