¿Qué es un stent ureteral?

Stent ureteral - esquema
Stent ureteral - esquema
Publicidad

El término stent parece derivar del apellido de Charles Thomas Stent (1845 -1901) y se utiliza de forma general para denominar dispositivos tubulares que se utilizan para evitar el colapso de vasos, por ejemplo los vasos sanguíneos, y otras estructuras tubulares del organismo. Un stent ureteral, también llamado stent uretérico, es un dispositivo tubular hueco que se coloca en los uréteres con el objetivo de facilitar el flujo de la orina desde el riñón a la vejiga.

Están fabricados en malla o espiral metálica que suele ir recubierta de un material plástico. Los hay de diferentes diámetros para adaptarse a uretras de diferentes tamaños. La longitud varía entre 24 y 30 cm. Un extremo queda suspendido en la vejiga con forma de gancho o «J» para evitar que se inserte completamente en el uréter y sea más difícil retirarlo.

¿Para qué se utilizan?

La orina se forma en el riñón y se canaliza hasta la vejiga urinaria a través de los uréteres, uno por cada riñón. En algunas situaciones puede ocurrir que un uréter se bloquee e impida el paso de la orina, por ejemplo, cuándo existen cálculos renales (litiasis renal) o cáncer de próstata con un crecimiento tumoral que oprime los uréteres.

El bloqueo de la orina en los riñones se manifiesta con diversos síntomas, como sensación de cansancio y pérdida de apetito, y puede causar daño en algunos órganos. Los stents ureterales suelen colocarse de forma temporal para restaurar el flujo de orina y aliviar la presión en los riñones mientras se determina la causa que está provocando la obstrucción y su posible solución. En casos de tumores y otras patologías crónicas la colocación de un stent uretral puede ser de carácter permanente.

Los stent ureterales también se emplean después de la realización de procedimientos médicos que irritan los uréteres y pueden provocar su colapso. Por ejemplo, ureteroscopia.

Publicidad

Procedimiento de colocación y retirada

Los stent ureterales se suelen colocar con la ayuda de un cistoscopio (utiliza fluoroscopia). El paciente se somete a anestesia general y el urólogo introduce el cistoscopio a través de la uretra y la vejiga hasta alcanzar el uréter. Entonces se introduce el stent a través del cistoscopio y se coloca en el uréter. Generalmente se toma una radiografía de rayos X para comprobar que el stent ha quedado colocado correctamente, en caso contrario se retira y se vuelvea colocar.

Los stent ureterales, generalmente, llevan un hilo que sale al exterior. Tirando de este hilo el estent puede ser retirado en unos segundos. Puede hacerlo el propio paciente pero es aconsejable que lo haga un enfermero o enfermera con experiencia. Es necesario tirar con una fuerza constante para evitar avances y paradas que causen una mayor irritación. Se debe colocar un recipiente bajo el paciente para recoger orina que puede expulsarse durante la operación de retirada.

Los stents sin hilo son retirados utilizando un cistoscopio y lo ha de realizar el urólogo o la uróloga. También se pueden retirar utilizando un sistema magnético. El stent ha de contar con un imán que queda libre en la vejiga. Para retirarlo se introduce un catéter con un imán en su extremo hasta la vejiga. Allí los dos imanes se unen y el stent simplemente se retira. Esto elimina la necesidad de una cistoscopia que suele ser más dolorosa e incómoda, especialmente en pacientes masculinos e infantiles.

Posibles efectos adversos y complicaciones

Durante el tiempo que el paciente tiene un stent ureteral colocado puede experimentar algunos efectos secundarios. El principal de estos efectos es la mayor frecuencia en la necesidad de orinar generalmente acompañada de un sensación de urgencia. También es frecuente irritación, molestias e incluso dolor durante la micción, especialmente en los primeros días tras la inserción del stent.

Es posible que aparezca sangre en la orina, algo que en principio sería normal debido a la propia colocación del stent, aunque existe riesgo de infección del tracto urinario y de formación de cálculos que se adhieren al dispositivo y que también pueden causar la aparición de sangre en la orina. Para reducir los efectos adversos y el riesgo de infección se recomienda consumir entre 1,5 y 2 litros de agua al día.

Publicidad