
Un archipiélago es un conjunto de islas agrupadas en una determinada extensión de la superficie del mar. La superficie que ocupa un archipiélago puede ser muy variable así como lo puede ser el número de islas que lo compone. Además de islas, los archipiélagos pueden contener otras masas de tierra menores como islotes, arrecifes y cayos.
Es frecuente que los archipiélagos estén ligados a actividad volcánica o tectónica, aunque no siempre ocurre así.
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Origen del término
La palabra archipiélago proviene del griego ἄρχι- – arkhi- («principal») y πέλαγος – pélagos («mar»). Estas dos palabras griegas forman ἄρχιπέλαγος (achipélagos, en latín archipelagus) y dieron lugar a Arciplego, el nombre antiguo con el que se conocía el mar Egeo, la parte del mar Mediterráneo comprendida entre Grecia y Turquía.
En el mar Egeo hay un alto número de islas e islotes, unas 5000, de las que aproximadamente 100 están habitadas en la actualidad. El nombre que se daba al mar comenzó a utilizarse para referirse a las Islas del Egeo y de aquí pasó a utilizarse para referirse a cualquier grupo de islas hasta llegar al uso actual de la palabra archipiélago.
Formación y tipos
Los archipiélagos están frecuentemente asociados a actividad volcánica en zonas de subducción pero también pueden ser resultado de erosión, deposición y elevación de tierra por distintos fenómenos geológicos como puede ser el ajuste postglacial.
Dependiendo del origen geológico, las islas que forman los archipiélagos se pueden considerar como islas oceánicas o islas continentales, y de forma análoga los archipiélagos pueden ser oceánicos o continentales.
Archipiélagos oceánicos
Los archipiélagos oceánicos están formados por islas que no pertenecen a un placa tectónica continental y son principalmente de origen volcánico. La formación de las islas y archipiélagos oceánicos es mucho más rápida que la formación de archipiélagos continentales. También lo es su transformación si hay actividad volcánica frecuente y fenómenos ambientales, como los huracanes que son más frecuentes en alta mar.
El archipiélago de Hawái es un buen ejemplo de archipiélago oceánico. Está formado por las cimas de una dorsal submarina formada por actividad volcánica que se conoce como Cadena de montes submarinos Hawái-Emperador.

Archipiélagos continentales
La masa de tierra que forman las islas continentales pertenecen a corteza continental pero se han separado de la masa principal del continente mediante desplazamientos tectónicos y otros fenómenos geológicos, principalmente erosión y deposición sedimentaria. Se consideran plataforma continental expuesta y su formación es muy lenta.
Islas Baleares, Groenlandia o las Islas Británicas son ejemplos de archipiélagos continentales.
