El equilibrio es un sentido percibido por el sistema vestibular del oído interno, en las estructuras conocidas como cóclea y conductos semicirculares, y transmitido al sistema nervioso central a través del nervio vestibular.
La terapia vestibular, también llamada terapia de rehabilitación vestibular, o VRT, es un tratamiento especializado y no invasivo diseñado para combatir los vértigos y mareos crónicos que tengan su causa en trastornos del oído interno.
La terapia consiste en la realización de ejercicios para mejorar la orientación visual, habilidades motoras del ojo y el equilibrio. La terapia es guiada generalmente por un terapéuta ocupacional o por un fisioterapeuta. Suele incluir ejercicios a realizar tanto en instalaciones médicas como en el hogar.
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Objetivos de la terapia vestibular
Algunas personas experimentan episodios de mareos y vértigos asociados con síndromes y enfermedades que afectan al oído interno. Por ejemplo, el vértigo postural paroxístico benigno, la enfermedad de Ménière o la laberintitis.
Al inclinarse o girar, la persona se marea hasta el punto de perder el equilibrio y la coordinación motora necesaria para realizar actividades cotidianas como conducir, caminar o realizar casi cualquier trabajo.
Los síntomas pueden afectar de forma muy negativa a la calidad de vida del paciente y llegar a ser causa incapacitante. La terapia vestibular persigue que el paciente aprenda a superar y llevar mejor los episodios de mareos y vértigos y pueda ganar autonomía y calidad de vida.
Para la mayoría de pacientes el daño en el oído interno es permanente, pues la capacidad de recuperación de la función vestibular es muy pequeña. Pero la terapia vestibular ha probado ser una herramienta eficaz para conseguir mejorar los síntomas a través de la compensación central.
La terapia de rehabilitación vestibular no mejora la función vestibular en sí misma, sino que entrena al cerebro (sistema nervioso central) para que utilice señales de otros órganos sensoriales para interpretar la posición y movimiento del cuerpo, por ejemplo señales visuales y somatosensoriales (sistema nervioso periférico).
El proceso de compensación se suele producir de forma natural con el tiempo, la persona se va acostumbrando a los síntomas y su cerebro aprende a compensarlo, pero en muchas personas este proceso es demasiado lento o no llega a ser suficiente como para retomar la actividad diaria; en estos casos, la terapia vestibular estimula el proceso de compensación con estos objetivos:
- mejorar el equilibrio
- minimizar las caídas
- reducir la sensación subjetiva de mareo
- mejorar la estabilidad durante el desplazamiento
- reducir la sobredependencia de la percepción visual y somatosensorial
- mejorar la coordinación motora
- reducir la ansiedad asociada la desorientación y mareos
La rehabilitación vestibular incluye varias estrategias, entre ellas, estrategias de sustitución, estrategias de predicción y estrategias cognitivas. También se suele enseñar al paciente a generar los síntomas intencionadamente como mecanismo de habituación.
Las estrategias de sustitución utilizan técnicas con rutas sensoriales alternativas para dirigir el movimiento. Por ejemplo, se realizan ejercicios para mantener estabilidad de la cabeza utilizando el reflejo cervical-ocular (COR, cervical-ocular reflex) en lugar del reflejo vestibular-ocular (VOR).
Los ejercicios de habituación utilizan la capacidad adaptativa del sistema nervioso central para modular la respuesta neuronal a las señales del sistema vestibular. Los primeros ejercicios de habituación fueron descritos en 1940 por Cawthorne and Cooksey. De forma básica, consisten en ejercicios oculares, de cabeza y de cuerpo que provoquen los mareos y vértigos, intentando fatigar el sistema vestibular y que el cerebro compense por habituación al estímulo.
Muchos pacientes pasan por períodos de frustración con la terapia vestibular, pues requiere constancia y tiempo para obtener resultados que realmente mejoren la vida cotidiana, sin embargo, a medio-largo plazo la terapia vestibular ha demostrado ser bastante efectiva.
Ejercicios de terapia vestibular
La terapia vestibular suele formar parte de en un programa multidisciplinar que incluye, al menos, a un médico con experiencia en evaluar y tratar desórdenes del equilibrio, generalmente un otorrinolaringólogo o un neurólogo, y un firiosterapeuta, terapéuta ocupacional o ambos.
Los ejercicios se pueden dividir en dos grandes grupos, ejercicios visuales y ejercicios corporales. Los ejercicios visuales consisten en rutinas diseñadas para mejorar la percepción visual de objetos estacionarios; posteriormente se van introduciendo ejercicios para mejorar el movimiento ocular y el seguimiento de objetos en movimiento.
Los ejercicios se deben realizar tanto en las instalaciones de rehabilitación como en la vida diaria. El objetivo es que el cerebro compense la falsa información de equilibrio del oído interno con información generada a través de la percepción visual.
Los ejercicios corporales intentan que la persona mejore la sensación de equilibrio durante el movimiento, especialmente durante movimientos cotidianos como sentarse y levantarse de una silla o caminar.
Es muy frecuente que los pacientes que experimentan vértigo al moverse compensen cambiando la forma y postura durante el movimiento. Por ejemplo, muchos pacientes se acostumbran a caminar balanceándose de un lado a otro para mantener el equilibrio. Sería algo parecido a como caminamos en un tren o en un barco.
Con estos movimientos se generan señales somatosensoriales que refuerzan la sensación de movimiento y equilibrio y compensan las señales vestibulares incorrectas. Al mismo tiempo, los ejercicios corporales intentan corregir lentamente las compensaciones posturales para que el paciente vuelva a tener una postura normal.
Es decir, en lugar de compensar la función vestibular con malos cambios posturales, se entrena para compensar con otras estrategias.
Los programas de rehabilitación se pueden dividir en varias etapas o niveles. Primero se comienza con ejercicios oculares para ajustar la percepción visual. Posteriormente se introducen movimientos de cabeza combinados con ejercicios oculares.
Una vez conseguidos resultados con los movimientos de cabeza, se avanza un poco más y se introducen movimientos de brazos, hombros y tronco. En la siguiente etapa se realizan actividades prácticas con movimientos que requieren de equilibrio, como sentarse y levantarse, y por último caminar y otras actividades para que el paciente gane autonomía.