¿Qué es la terapia con láser frío?

Terapia de láser frío para dolor de espalda
Terapia de láser frío para dolor de espalda
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La terapia con láser frío, cuyo nombre específico es Terapia Láser de Baja Intensidad, conocida por las siglas LLLT (del inglés Low-Level Laser Therapy), es un tratamiento médico que utiliza láser de baja potencia con diversos objetivos, los más comunes son el tratamiento de dolor e inflamación. Algunas veces también se puede ver con otros nombres, tales como LPLT (Low-Power Laser Therapy). Existen otras terapias que tambien se basan en la exposición a un láser de baja potencia, como la bioestimulación o la acupuntura láser.

El desarrollo de la terapia con láser frío comenzó en 1967 de manos de Endre Mester, estudiante de la Universidad de Semmelweis (Hungría), quién experimentó el efecto del láser de baja intensidad sobre la piel de ratones con cáncer de piel. El nombre de láser frío no se refiere a la temperatura del láser en sí mismo, sino por contraposición al láser de alta intensidad que puede quemar la piel y tejidos.

Funcionamiento y mecanismo de acción

La técnica consiste en una exposición de la piel a rayos láser según un conjunto de intervalos y tiempos previamente establecidos. El láser de baja intensidad, a diferencia del láser de alta intensidad que puede quemar, se supone que ejerce una acción estimulante sobre las células dañadas promoviendo su curación a la vez que disminuye el dolor e inflamación.

El mecanismo de acción no está muy claro. Parece que el LLLT puede reducir el dolor asociado a inflamación por disminución de mediadores químicos que intervienen en el proceso inflamatorio, entre ellos las prostaglandina E2, interleukina 1-beta, factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) y el enzima de la ciclooxigenada II (prostaglandina-endoperóxido sintasa II). Este efecto es dosis dependiente y haría disminuir la afluencia a la zona de granulocitos neutrófilos y el desarrollo de edema. La dosis adecuada parece estar entre 0,3 y 0,9 J/cm2.

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En otro mecanismo descrito interviene el citocromo c oxidasa. Esta enzima mitocondrial es la última que participa en la fosforilación oxidativa, la reacción que produce el ATP (adenosin tri-fosfato) en las células. La molécula de citocromo c oxidasa absorbe la energía de algunas de las longitudes de onda utilizadas por el láser de baja intensidad, de modo que se estimularía con la incidencia del láser. Esto resultaría en un incremento de ATP disponibe, y por tanto de energía, para ser utilizado en la célula, lo que podría explicar la estimulación y proliferación celular.

Aplicaciones clínicas

La aplicación clínica más extendida de la terapia con láser frío es el alivio del dolor. Generalmente se utiliza dentro de un programa de control del dolor en pacientes con enfermedades crónicas que cursan con cuadros inflamatorios, sobre todo las que afectan al aparato locomotor: artritis reumatoide, osteoartritis, tendinopatías o contracciones musculares. Por lo general, esta terapia no se recomienda como sustituta de otros tratamientos ni se recomienda su uso sin supervisión médica.

En el campo de la acupuntura, algunos practicantes han sugerido que la terapia con láser frío se puede utilizar de la misma forma que la acupuntura y acupresura si se dirige el láser a puntos específicos del cuerpo para su estimulación. Este tipo de terapia recibe el nombre de acupuntura láser.

Existen estudios que sugieren que puede ser efectivo para promover la cicatrización de heridas, en el tratamiento de periodontitis crónica o de infección alrededor de implantes dentales, pero no se ha logrado identificar de forma exacta los parámetros de dosificación y longitudes de onda más efectivas.

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Efectividad

Existe cierta controversia en torno a la terapia con láser frío en el ámbito médico. Aunque hay explicación científica para sus posibles efectos, estos aún no han sido probados de forma firme, de ahí que suela clasificarse como una terapia experimental o en desarrollo. Los pacientes interesados en este tipo de terapia deberían buscar consejo profesional cualificado antes de tomar una decisión.

No hay consenso acerca de la localización ideal a la que dirigir el láser, por ejemplo, si es mejor dirigirlo sobre los nervios o sobre las articulaciones. Tampoco hay consenso sobre que longitudes de onda utilizar, dosificación o duración del tratamiento. A pesar de ello, existen protocolos de LLLT que han probado tener una efectividad media, en muchos casos similar a placebos, en la mejora a corto plazo del dolor asociado a artritis reumatoide, osteoartritis, dolor cervical, tendinopatías y otros trastornos articulares crónicos. Las evidencias parecen ser más prometedoras en el alivio de dolor lumbar y en la cicatrización de heridas; también en el tratamiento de periodontitis crónica y de infecciones asociadas a implantes dentales.

En cualquier caso, aún no se comprende bien como influyen factores determinantes como longitud onda, dosis efectiva, relación dosis-efecto, pulsos o tasa de repetición. Stephen Barrett, fundador del National Council Against Health Fraud (NCAHF), dijo, al respecto de la terapia con láser fío, que hay evidencia para apoyar el uso de la Terapia con Láser de Baja intensidad para el alivio temporal del dolor y procesos inflamatorios pero no los hay de que tenga efecto sobre el curso de una enfermedad ni de que sea más efectivo que otras terapias basadas en la transmisión de calor.

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Referencias