¿Qué es la legionelosis?

Test de antígeno legionelosis
Test de antígeno para legionelosis
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La legionelosis o enfermedad del legionario es una forma atípica y severa de neumonía producida por diversas especies bacterianas del género Legionella, especialmente por Legionella pneumophila.

En el término «legionelosis» también incluye la fiebre de Pontiac, una enfermedad producida por la misma bacteria pero más leve y no focalizada en los pulmones.

El nombre se debe a que uno de los primeros brotes identificados como legionela afectó a los participantes de una convención de la legión estadounidense que se celebró en 1976 en Filadelfia. 182 personas contrajeron la enfermedad, 29 de ellas murieron.

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Causas

Alrededor del 90% de los casos de legionelosis están causados por la especia Legionella pneumophila. En el resto de casos aparecen especies como L. longbeachae, L. feeleii, L. micdadei o L. anisa.

La legionela se encuentra de forma natural en corrientes y masas de agua dulce y puede contaminar tanques y tuberías de agua caliente, torres de refrigeración y sistemas de ventilación, especialmente en grandes sistemas de aire acondicionado.

Se suele transmitir a través del aire al respirar aerosoles de agua, polvo o tierra contaminada. No obstante, la mayoría de personas expuestas no llegan a infectarse y la transmisión entre personas es muy baja.

Al inhalar las partículas contaminadas, la bacteria llega hasta los pulmones. Aquí es atacada en un primer momento por los macrófagos, un tipo de fagocitos presente en las mucosas.

El macrófago fagocita a la legionela e intenta matar a la bacteria, pero esta puede sobrevivir en su interior y multiplicarse hasta matar al macrófago. Al morir el macrófago, las bacterias son liberadas y pueden infectar a nuevos macrófagos.

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La cepas virulentas de Legionella impiden que la acción de los macrófagos bloqueando la fusión de los fagosomas y los lisosomas, que son los orgánulos celulares que contienen las enzimas para matar a las bacterias.

Los riesgos de infección incluyen edad avanzada, fumar, sistema inmunitario deprimido o la existencia de enfermedades pulmonares crónicas.

En los casos de neumonía severa o neumonía acompañada de viajes cercanos, se recomienda hacer pruebas específicas para detectar legionelosis, generalmente a través de pruebas antigénicas en orina y en el esputo.

El tratamiento de la legionelosis consiste en la administración de antibióticos del tipo fluoroquinolonas, azitromicina o doxiciclina, y suele ser necesaria la hospitalización del paciente. La mortalidad se sitúa en torno al 10%.

Aunque no se conoce el número exacto de casos mundiales, se estima que el 2-10% de todos los casos de neumonía extrahospitalaria se debe a la legionela.

Actualmente no existe una vacuna para la Legionella, por lo que hay que poner mucha atención en la prevención.

Reservorios

La bacteria Legionella crece en agua en simbiosis con diversos tipos de amebas. También puede infectar a las amebas y sobrevivir en su interior como parásito. La temperatura óptima de crecimiento para la legionela es de 35 ºC, aunque crece bien entre 25 y 45 ºC. Muere por encima de los 60 ºC.

Se pueden crear reservorios allá donde haya humedad y una temperatura adecuada para su crecimiento, como tanques y tuberías de agua caliente, torres de refrigeración y condensadores sistemas de aire acondicionado como los que se instalan en grandes edificios, incluyendo hoteles, comunidades y hospitales, de ahí que sea una infección hopsitalaria relativamente común.

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También pueden aparecer reservorios en humidificadores de aire, nebulizadores, spas, duchas, fuentes ornamentales, compost, etc.

Síntomas

Los síntomas más característicos de la legionelosis son fiebre alta, tos, respiración acortada, dolor muscular y dolor de cabeza. Tardan en aparecer entre 2 y 10 días tras la exposición a la bacteria. En algunos casos raros puede tardar más tiempo.

La tos produce esputos en la mitad de los casos, y el esputo puede ser útil para hacer un cultivo, buscar la bacteria responsable y diagnosticar la enfermedad. En un tercio de los pacientes el esputo es sanguinolento.

También pueden aparecer vómitos, diarrea, perdida de apetito y debilidad general. Los síntomas gastrointestinales aparecen aproximadamente en la mitad de los pacientes, al igual que ataxia y descoordinación motriz en diversos grados.

La función renal, hepática y los niveles de electrolitos se ven afectados, generalmente con hiponatremia (niveles bajos de sodio en sangre), aunque no suele producir síntomas aparentes y solo se detecta con pruebas de laboratorio.

En las radiografías del tórax se observa una neumonía en ambos pulmones muy difícil de distinguir de otras neumonías, por lo que son necesarias pruebas adicionales para hacer un diagnóstico diferencial.

En la fiebre de Pontiac los síntomas son parecidos pero más suaves. No se desarrolla neumonía pero puede aparecer fiebre y dolor muscular. La fiebre de Pontiac se desarrolla más rápido que la enfermedad del legionario, entre unas pocas horas a dos días tras la exposición a la bacteria. En este caso, la recuperación se da por sí sola sin tratamiento en 2-5 días.

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