
Se denomina abrasión cutánea a las heridas superficiales en la piel causadas por fricción contra superficies rugosas o duras que elimina capas de las epidermis por desgarro. Suele afectar solo a la epidermis (primer grado) o capas superiores de la dermis (segundo grado); si afecta a tejido subcutáneo se denomina avulsión (tercer grado). Cuando el roce produce irritación cutánea pero sin que se produzcan heridas abiertas se denomina excoriación.
La abrasión cutánea es muy común y suele ocurrir en caídas y accidentes menores. Por ejemplo, son muy comunes al practicar deportes de contacto, ciclismo, patinaje o caídas de niños jugando. También son comunes por roce con ropa, zapatos y otros tejidos ásperos. Puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo pero por su exposición, son más comunes en manos, brazos, pies y piernas. Las personas sometidas a riesgo de abrasión, como algunos trabajadores y deportistas, pueden utilizar prendas de tejido resistente y protección como cascos, rodilleras, etc.
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Síntomas y diagnóstico
La abrasión cutánea se puede diagnosticar por observación de la zona afectada. Las heridas por abrasión suelen ser irregulares, superficiales y con sangrado nulo o mínimo. En abrasiones más profundas puede aparecer sangrado punteado, señal de rotura de capilares superficiales. Puede haber un sangrado abundante en abrasiones en cara y otras parte de la cabeza debido a la mayor vascularización de estas zonas o en avulsiones que afecten a tejido subcutáneo.
Las heridas por abrasión suelen presentar un aspecto húmedo por secreción de líquido intersticial. Aunque sean heridas superficiales, el gran contenido en terminaciones nerviosos de la dermis hace que sean bastante dolorosas con sensación de escozor.
Tratamiento
El tratamiento de las abrasiones cutáneas debe comenzar con una limpieza de la herida. Es frecuente que las abrasiones por caídas estén llenas de suciedad y partículas del suelo como polvo y otros materiales que hay que eliminar. También se deben eliminar restos de piel arrancada que hayan quedado adheridos.
Una vez la herida está limpia, se debe aplicar un antiséptico tópico, tal como iodina, hexetidina o agua oxigenada. En abrasiones que afecten a tejido subepidérmico que tienen mayor riesgo de infección se puede valorar el uso de antibióticos tópicos, poro no es recomendable aplicar ninguna crema si no es bajo criterio médico.
En abrasiones dolorosas se pueden aplicar analgésicos tópicos, como lidocaína o benzocaína, o analgésicos y antiinflamatorios por vía oral si es necesario.
Las abrasiones se pueden proteger con apósitos estériles o con vendaje para favorecer su curación y evitar la infección, así como prevenir la exposición solar que puede producir hiperpigmentación en la zona afectada.
Las curas y limpiezas de la herida deben realizarse de forma periódica hasta que aparezca costra. Una vez que aparece, las curas y limpiezas se pueden alargar hasta suspenderlas, pero no se debe arrancar la costra sino que se debe caer sola.
Complicaciones
Una de las principales complicaciones de la abrasión cutánea es la infección de la herida, mayor riesgo cuanto más profunda sea la herida, por eso es importante su limpieza y tratamiento antiséptico cuanto antes.
Algunas afecciones cutáneas, como dermatitis o psoriasis, pueden hacer que aparezcan abrasiones por rascado que pueden no curar con el tratamiento general y requerir control médico específico.
Con la edad, la epidermis se vuelve más fina y es más propensa a sufrir abrasiones con roces más leves, y al mismo tiempo la curación de las heridas se hace más lenta. Esto mismo también ocurre en pacientes con problemas circulatorios o con determinadas enfermedades metabólicas como la diabetes.
En cualquier caso, si una herida cutánea tiene sangrado abundante, presenta cuerpos extraños, es muy profunda, afecta a una zona extensa, aparece fiebre, aparecen secreciones con pus, la zona de la herida se inflama o el color de la herida cambia, se debe acudir al médico para valorar un tratamiento adecuado. El médico también valorará la administración de algunas vacunas, como la vacuna contra el tétanos, en función de las características de la herida, como se produjo y el historial del paciente.