
El própolis, o propóleo, es un producto fabricado por las abejas meléferas (Apis mellifera) a partir de resinas, savia y otros exudados vegetales. No se conoce ningún otro tipo de abeja que lo fabrique. Estas abejas raspan los exudados con sus mandíbulas, principalmente en flores y yemas, y los transportan a la colmena. Allí son mezclados con cera de abejas, saliva y otras secreciones.
La mezcla obtenida es el propóleo. A diferencia de la miel y del polen, el propóleo no tiene fines alimenticios para las abejas, sino que lo utilizan para recubrir las paredes internas de la colmena para darle estabilidad y reducir las vibraciones, tapar las celdas de cría, reducir o tapar entradas a la colmena o sellar pequeñas grietas.
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Además de cubrir y sellar, el própolis tiene propiedades antisépticas y antifúngicas que sirven para prevenir enfermedades y parásitos en la colmena. Debido a estas propiedades, el propóleo ha sido utilizado tradicionalmente para diversos fines medicinales, principalmente para tratar y prevenir infecciones en piel y mucosas.
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¿Cuál es la composición del propólis?
La composición del própolis es muy variable de una región a otra en función de la vegetación del entorno. También es bastante variable en función de la época del año y de las condiciones meteorológicas.
Aunque suele ser de color marrón oscuro, debido a la gran variedad de composición se pueden encontrar própolis rojos, negros e incluso blancos. El própolis más característico de zonas templadas está compuesto aproximadamente en un 50% de resinas y exudados vegetales, un 30% de ceras, 10% de aceites esenciales, polen y cantidades variables otras muchas sustancias como flavonoides y algunas sales minerales.
La variabilidad en la composición hace muy difícil su estandarización, uno de los principales motivos por el que se suele comercializar como complemento alimenticio y no como preparado medicinal.
Debido a que contiene secreciones de las abejas, las personas con alergia no deberían consumir ni utilizar própolis. Tampoco alérgicos a las coníferas, ya que las resinas de estas plantas son las más abundantes y comunes en los propóleos.
Propiedades y usos para salud
Las propiedades antisépticas del própolis han sido aprovechadas por los humanos desde hace mucho tiempo. 350 a.C. ya era utilizado en la antigua Grecia para tratar abscesos y los egipcios lo utilizaban en el proceso de momificación para conversar vísceras.
En la actualidad, el própolis se sigue utilizando para estos y otros fines medicinales, aunque solo ha mostrado efectividad para unos pocos.
El própolis es muy utilizado para tratar afecciones de la boca y garganta tales como aftas bucales, faringitis y amgidalitis. También se utiliza para tratar infecciones fúngicas en la boca e infecciones víricas del tracto respiratorio como la gripe y el resfriado común.
Además se le atribuyen propiedades inmunoestimulantes, propiedades antiinflamatorias y propiedades antioxidantes. También se utiliza para tratar diversas afecciones de tracto digestivo, incluyendo úlcera péptica y Helicobacter pilori.
Sobre la piel se utiliza para limpiar heridas y prevenir su infección, para tratar el herpes genital y labial y quemaduras leves. En ginecología se utiliza sobre todo contra la candidiasis vaginal.
Sin embargo, una revisión realizada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria en el año 2010 concluyó que no había relación causa-efecto observable entre el uso de propólisis oral y la mejora de la salud respiratoria, oral, intestinal ni aumento o mejora de la respuesta del sistema inmunológico.
Por su parte, el National Institue of Health de Estados Unidos considera que el própolis puede ser posiblemente efectivo por vía tópica contra el herpes, tanto genital como labial, y para mejorar la recuperación de cirugías bucales, pero que no encuentra evidencias suficientes para considerar otros posibles beneficios para la salud humana.