
Los metales son elementos que, gracias a su configuración electrónica, son buenos conductores de la electricidad y del calor, pues su banda de valencia y su banda de conducción se solapan.
La mayoría de elementos de la tabla periódica se pueden definir como metales y ocupan todo el centro e izquierda de la tabla, más los lantánidos y actínidos que también son elementos metálicos.

Dentro de los metales se pueden encontrar diversos grupos, como los metales alcalinos, los alcalinotérreos o los metales de transición, grupos que se diferencia entre otras propiedades por su capacidad de reactividad química.
Al estudiar la configuración de la tabla periódica se pueden observar diversos patrones, y entre ellos un patrón bien definido es que la reactividad química aumenta de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda.

Así, en el grupo IA de la tabla periódica se encuentran los metales más reactivos. Son tan reactivos que reaccionan violentamente incluso con el agua, como es el caso del litio, el sodio o el potasio.
Siguiendo este patrón, el francio (Fr) es el metal más activo de todos, aunque es un elemento radioactivo bastante inestable fabricado en el laboratorio (no existe en la Tierra de forma natural). Si se excluye este elemento, el metal más activo sería el cesio (Cs), que si se encuentra en nuestro planeta aunque sea en pequeñas cantidades.
El grupo IIA también contiene metales muy reactivos. Si los metales del grupo IA o del grupo IIA se exponen al aire reaccionan rápidamente hasta con el O2 y el vapor de H2O atmosférico. Por este motivo se almacenan siempre sumergidos en un líquido inerte que evite el contacto con el aire, por ejemplo un aceite mineral.
Otros metales, como el magnesio, el aluminio, el zinc o el manganeso, son menos activos y no reaccionan con agua a temperatura ambiente, pero reaccionan rápidamente con ácidos.
Por su parte, el cromo, el hierro, el estaño o el cobre son aún menos reactivos y solo reaccionan con ácidos fuertes, y son a menudo utilizados para fabricar estructuras en construcción.
Entre los metales menos reactivos de todos encontramos al oro, la plata o el platino, muy utilizados en la fabricación de monedas y joyería.