¿Qué es el colesterol malo?

Colesterol en las arterias (ilustración)
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El colesterol es un lípido del grupo de los esteroles que forma parte de todas las células animales y que se puede encontrar en todos los tejidos del cuerpo humano. Es una sustancia imprescindible para nuestro organismo y desempeña importantes funciones, entre las más destacadas podemos citar:

  1. Función estructural: forma parte de la membrana plasmática de todas las células y regula su fluidez y otras propiedades fisicoquímicas principalemente a través de la formación de balsas lipídicas.
  2. Síntesis de vitamina D: esencial en el metabolismo del calcio, la vitamina D o colecalciferol se sintetiza a partir de colesterol.
  3. Síntesis de hormonas esteroideas: hormonas sexuales (testosterona, estrógenos, progesterona), mineralcorticoides (aldosterona) y glucocorticoides (cortisol, cortisona, corticosterona).
  4. Síntesis de mielina: la vaina de mielina de los axones neuronales está formada por una sustancia derivada del colesterol.

La concentración excesiva de colesterol en sangre (hipercolesterolemia) es considerado un factor de riesgo para la salud cardiovascular por ser factor desencadenante en el desarrollo de placas de ateroma. Sin embargo, es a menudo el síntoma de una causa subyacente y no la causa en sí misma.

Colesterol bueno y colesterol malo: ¿qué es qué?

Los términos «colesterol bueno» y «colesterol malo» son de uso muy común pero no son muy acertados. Si el colesterol es imprescindible para nuestro organismo y nuestras células lo sintetizan para poder realizar sus funciones, ¿cómo puede ser malo?.

El colesterol libre en sangre es prácticamente cero ya que se une a unas lipoproteínas para formar complejos macromoleculares que lo transportan por el torrente circulatorio. Existen dos tipos principales de lipoproteínas a las que se une el colesterol sanguíneo:

  1. Lipoproteína de alta densidad (HDL de su nombre en inglés High density lipoprotein): Se sintetizan en el hígado y recogen el colesterol en los tejidos para transportarlo de nuevo hasta el hígado. Allí el colesterol es excretado con la bilis o utilizado con otros fines, pòr ejemplo síntesis hormonal. La HDL es más pequeña y más densa que la lipoproteína de baja densidad. El complejo colesterol-HDL es conocido como «colesterol bueno«.
  2. Lipoproteína de baja densidad (LDL de su nombre en inglés Low density lipoprotein): Transporta la mayor parte del colesterol en sangre y, al contrario que el colesterol HDL, lo transporta hacia los tejidos. Cuándo una célula necesita colesterol, lo sintetiza en su retículo endoplasmático y además expresa receptores para la LDL en su membrana para poder captar el colesterol LDL. Cuándo la célula tiene colesterol suficiente, inhibe tanto la síntesis interna como la expresión de receptores para LDL. El complejo colesterol-LDL es conocido como «colesterol malo«.

La función de ambos, del colesterol LDL y del colesterol HDL, es esencial para mantener la función normal de organismo, llamar «malo» a uno y «bueno» a otro puede llevar a interpretaciones erróneas.

El motivo de que se considere que el colesterol LDL es «malo» es que está asociado a un aumento de riesgo de padecer aterosclerosis. Sin embargo, el aumento de colesterol LDL y sus efectos sobre la salud cardiovascular no suele ser una causa en sí misma sino que suele estar asociado a otras causas subyacentes que son el verdadero problema.

Papel del colesterol LDL en la aterosclerosis

Los niveles altos de colesterol LDL han mostrado una fuerte asociación con un mayor riesgo aterosclerosis. El mecanismo de acción parece estar relacionado con la actividad de los macrófagos en el endotelio vascular y la oxidación de las proteínas LDL. Las moléculas oxidadas de colesterol LDL son depuradas por los macrófagos del endotelio y cuándo su capacidad es sobrepasada se convierten en células inestables repletas de colesterol conocidas como células espumosas.

Acción colesterol LDL oxidado

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Las células espumosas liberan factores inflamatorios y son propensas a la necrosis. La acumulación de células espumosas y sus efectos son determinantes en la formación de placas de ateroma que son uno de los principales factores de riesgo en infarto de miocardio, isquemias cerebrales y otras enfermedades cardiovasculares.

Para prevenir estos problemas de salud se recomienda mantener la colesterolemia total por debajo de 200 mg/dl, medida como la suma de colesterol LDL más colesterol HDL. Y, dado que el mayor riesgo lo supone el colesterol LDL, se recomienda mantener la concentración de este tipo de colesterol por debajo de 100 mg/dl.

Pero no solo el colesterol LDL se oxida e irrita el endotelio vascular. De hecho, el principal indicador de inflamación vascular es la homocisteína, producida por oxidación de la metionina.

Y aunque los niveles elevados de colesterol «malo» muestren fuerte asociación con el riesgo cardiovascular, no ocurre lo mismo en el caso contrario. No existen datos concluyentes que asocien una disminución del colesterol LDL con un efecto protector para el sistema cardiovascular. De hecho, empiezan a surgir dudas sobre la relación entre altos niveles de colesterol LDL y riesgo de muerte prematura por enfermedades cardiovasculares en la tercera edad, qué es el grupo de pacientes más sometido a tratamiento contra el colesterol como medida peventiva3.

Además, los niveles de colesterol HDL también intervienen como factor de riesgo. Niveles altos de HDL y bajos de LDL se asocian con un papel protector mientras que niveles bajos de HDL y altos de LDL son factor de riesgo. Es decir, la relación HDL/LDL debería ser alta y no solo atender al colesterol total y colesterol LDL. Una relación considerada buena sitúa al colesterol HDL por encima de 100 mg/dl y al colesterol LDL por debajo de 75 mg/dl, pero no son datos que por ahora se conozcan con exactitud.

Por estos motivos la disminución de la colesterolemia en sí misma podría no ser suficiente para prevenir la aterosclerosis sino que hay que combinarlo con cambios en la dieta y hábitos de vida que disminuyan el estrés oxidativo, la producción de radicales libres y mejoren la relación HDL/LDL.

Hábitos de vida, dieta y colesterol malo

El colesterol en la dieta tiene muy poco efecto sobre el colesterol en sangre. Tan poco que el Comité Asesor para las Guías Dietéticas de Estados Unidos eliminó el límite máximo de consumo de colesterol diario para una persona sana2. Desde un punto de vista dietético lo más importante es aumentar el consumo de antioxidantes, como la vitamina C y la vitamina E, y aumentar el consumo de ácidos grasos poliinsaturados que se asocian con un efecto cardioprotector.

Por otro lado, reducir el sobrepeso y practicar ejercicio promueve la reducción de la colesterolemia total y además promueve el aumento de la relación HDL/LDL propiciando la subida del colesterol «bueno» y la disminución del colesterol «malo». De hecho, niveles bajos de colesterol «bueno» se relacionan con un estilo de vida sedentario.

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El efecto del sobrepeso parece estar relacionado con la cantidad de grasa visceral, un tejido graso metabólicamente más activo que el tejido adiposo periférico y que promueve el aumento de la resistencia a la insulina y de partículas VLDL (Very Low Density Lipoprotein); ambos son factores que aumentan la concentración de LDL en sangre.

También se deben evitar hábitos que promuevan procesos oxidativos, como el estrés y el consumo de tabaco, alcohol, azúcares refinados y ácidos grasos trans.

La toxicidad hepática de algunas sustancias, como fluoruros, mercurio y otros metales, actúan como disruptores hormonales y pueden provocar un desequilibrio hormonal en cascada con múltiples efectos, entre ellos el aumento de los niveles de colesterol. Por ejemplo, el mercurio interfiere en la conversión de progesterona en cortisol.

Otras enfermedades que afectan al funcionamiento hormonal, como la diabetes, el hipotiroidismo, la insuficiencia adrenal o la controvertida fatiga adrenal, también aumentan los niveles de LDL.

También hay factores de predisposición genética. Por ejemplo, la hipercolesterolemia familiar se debe a un defecto en el cromosoma 19 que afecta a la expresión de los receptores LDL y que impide que los tejidos retiren el colesterol LDL de la circulación sanguínea.

Por tanto, no se puede decir que haya un colesterol bueno y un colesterol malo, los dos tipos son necesarios y los dos tipos son importantes para la salud vascular. El problema está en el desequilibrio entre ambos que está frecuentemente producido por otras causas, como hábitos de vida, contaminantes tóxicos, enfermedades y herencia genética. Esto no quiere decir que no haya que tratarlo, pero habría que tratarlo más como síntoma que como causa de enfermedad.

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