Los dientes se pueden describir como órganos duros diseñados para cortar y triturar la comida, el paso más importante de la conocida como digestión mecánica. También intervienen en la modulación de la voz y sonidos emitidos a través de la boca, por lo que tienen un papel importante en el habla.
Las piezas dentales se ubican en los alvéolos de los huesos maxilares y huesos mandibulares. La dentadura humana consta de cuatro tipos de dientes: incisivos, caninos, premolares y molares. Los incisivos tienen función principalmente de corte, los incisivos de rasgado, y los premolares y molares de triturado.
El ser humano, al igual que el resto de mamíferos, son animales difiodontos, es decir, que desarrollan solo dos generaciones de dientes a lo largo de su vida. La primera generación se conoce como dentición temporal, primaria o decidua. La segunda generación, cuyo desarrollo comienza durante la infancia y dura hasta los 12 años aproximadamente, se conoce como dentición definitiva o permanente.
Desde un punto de vista morfológico, en cada diente se pueden distinguir tres partes: raíz, cuello y corona. La raíz es la parte insertada en los huesos mandibulares o maxilares y que queda cubierta por la encía. La corona es la parte visible en la boca y expuesta al exterior. El cuello o cérvix es la zona de unión entre la corona y la raíz.
Índice de contenido
Composición y capas de tejido
Cada diente está formado por varias capas de tejido con composición, densidad y dureza diferentes. Los cuatro más importantes son el esmalte dental, la dentina y el cemento radicular. Los dientes se suelen estudiar también junto al periodonto, el conjunto de estructuras accesorias de la pieza dental, por ejemplo ligamentos de fijación.
- Esmalte: formado casi totalmente (96%) por mineral hidroxiapatita, cuya fórmula es Ca5(PO4)3(OH). El 4% restante es agua y materia orgánica, sobre todo restos de la matriz proteica sobre la que se desarrolla la dentina y el esmalte. En el esmalte no aparece colágeno, a diferencia del resto de tejidos dentales.
- Dentina: tejido mineralizado pero en menor medida que el esmalte. Alrededor del 70% de la dentina son minerales, un 20% materiales orgánicos (con abundante colágeno) y 10 % agua.
- Cemento radicular: tejido parecido al tejido óseo con una mineralización alrededor del 45%, 33% de sustancias orgánicas, también sobre todo colágeno, como en la dentina, y 22% de agua.
- Pulpa dental: es la parte central del diente y está compuesta principalmente por tejido conectivo, vasos sanguíneos, fibras nerviosas y diversos tipos de células. En su perímetro se sitúan los odontoblastos, las células que inician la formación de la dentina.
Esmalte dental
El esmalte dental es un tejido mineralizado muy duro, tanto que es la sustancia más dura y mineralizada del cuerpo humano. Su composición es:
- 96% sustancias inorgánicas, principalmente hidroxiapatita, un mineral formado por fosfato cálcico cristalino (Ca5(PO4)3(OH))
- 4% agua y materia orgánica
- No hay colágeno
El esmalte aparece solo en la corona, en la parte del diente expuesta fuera de la encía, y es soportado por la dentina que está situada debajo. A diferencia de la dentina, del cemento radicular y de la pulpa dental, el esmalte no contiene colágeno, aunque siempre hay cierta cantidad minoritaria de proteínas, sobre todo durante el desarrollo del esmalte, como ameloblastina, amelogenina, enamelina o tuftelina, que se cree que forman la matriz sobre la que se depositan los minerales para formar el esmalte.
El color del esmalte va normalmente desde un blanco grisáceo a un amarillo claro de tonalidades muy variables. El esmalte es en realidad translúcido, por lo que su color cambia en función de la cantidad de dentina que haya debajo, o por la presencia de otros materiales, por ejemplo materiales utilizados para la reconstrucción de piezas dentales. En la parte cercana a la encía no hay apenas dentina bajo el esmalte y este puede adquirir tonos blancos azulados.
Dentina
En la corona, la dentina aparece entre el esmalte y la pulpa (o cámara pulpar), y en la raíz aparece entre el cemento radicular y la pulpa. La dentina es secretada por los odontoblastos, las células del diente especializadas en la formación de la dentina y el esmalte.
La composición aproximada de la dentina es:
- 70% de sustancias inorgánicas, principalmente hidroxiapatita
- 20% sustancias orgánicas, sobre todo colágeno
- 10% de agua
La dentina se trata de tejido conectivo mineralizado con una matriz de fibras de colágeno sobre la que se van depositando minerales de hidroxiapatita. Al microscopio se pueden ver numerosos canales, llamados túbulos dentinales, que irradian desde la pulpa hacia el esmalte o, en la raíz, desde la pulpa hacia el cemento radicular.
El diámetro de los túbulos dentinales tiene un rango aproximado de 2.5 μm en la parte próxima a la pulpa, a 900 nm en la parte más cercana al esmalte. Los túbulos no se cruzan unos con otros, aunque cuentan con cierta ramificación colateral.
La dentina es más blanda que el esmalte. Si se pierde la capa de esmalte, la dentina sufre caries mucho más rápido.
Cemento radicular
El cemento radicular es una sustancia especializada que cubre la raíz del diente y que sirve de sitio de anclaje para los ligamentos de sujeción.
Su textura es similar al tejido óseo y está formado en un 45% de sustancias minerales, y al igual que la fracción inorgánica de dentina y esmalte, la principal sustancia mineral es hidroxiapatita. El 33% es materia orgánica, sobre todo colágeno, y el 22% es agua.
El cemento radicular es formado por los cementoblastos, presentes solo en el el tercio inferior la raíz dental. Los dos tercios superiores del cemento radicular es acelular.
Pulpa dental
La pulpa dental es la parte central del diente. A veces se denomina cámara pulpar y está compuesta por tejido conectivo lleno de vasos sanguíneos y fibras nerviosas que entran por las puntas de la raíz.
La unión entre la pulpa y la dentina está tapizada por odontoblastos y cementoblastos, los cuáles forman la dentina y el cemento radicular respectivamente. En la pulpa también se pueden observar fibroblastos y diversas células inmunitarias, sobre todo macrófagos y linfocitos T.