La miel es una sustancia azucarada producida por algunos insectos himenópteros. Aunque el ser humano ha recolectado miel desde hace miles de años, en la actualidad la mayor parte es producida mediante apicultura, una rama muy específica de la ganadería en la que se crían abejas melíferas (Apis mellifera) para la obtención de su miel.
Vitaminas presentes en la miel
La miel es producida a partir de secreciones azucaradas de plantas, principalmente néctar floral, pero también a partir del conocido como rocío de miel o melado, que puede ser secretado por insectos parásitos de plantas, por ejemplo los áfidos.
Estas secreciones azucaradas, compuestas principalmente por sacarosa, agua y pequeñas cantidades de otras sustancias, son ingeridas por las abejas, digeridas y regurgitadas. La actividad enzimática separa la sacarosa en glucosa y fructosa, principales componentes de la miel final.
Aunque la composición puede variar, una miel floral típica tendría esta composición aproximada:
- Fructosa: 38%
- Glucosa: 31%
- Maltosa: 7.5%
- Sacarosa: 1%
- Otros azúcares: 5%
- Agua: 18%
- Vitaminas, enzimas y otras sustancias orgánicas: 0.5 – 3%
- Minerales: 0.5 – 1.5%
Entre las vitaminas, destacan las siguientes (contenido por 100 g de miel):
- Vitamina C: 0.5 mg
- Vitamina B6: 0.024 mg
- Vitamina B3: 0.121 mg
- Vitamina B2: 0.038 mg
- Vitamina B5: 0.068 mg
- Vitamina B9: 2 μg
- Colina: 2.2 mg
Este contenido en vitaminas se puede considerar muy bajo. Para hacerse una idea, las recomendaciones diarias de vitamina C suelen estar entre los 400 y los 1000 mg. Además, debido al alto contenido en azúcares simples, la miel es un alimento altamente calórico (3.4 kcal/g) y de absorción rápida, por lo que no se deben consumir grandes cantidades.
Desde un punto de vista dietético la miel se debe considerar como un dulce y con los mismos problemas que el azúcar; por ejemplo, no puede ser consumida por pacientes diabéticos.
Aunque a nivel nutricional sea básicamente azúcar, también contiene pequeñas cantidades de muchas sustancias orgánicas y se le atribuyen propiedades terapéuticas muy interesantes. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud recomienda miel como tratamiento sintomático de afecciones respiratorias, como el resfriado, por su capacidad para aliviar la irritación en la mucosa y disminuir la tos. Algunos organismos, como la Medicines and Healthcare Products Regulatory Agency de Reino Unido, no recomiendan la miel en niños menores de un año por el riesgo de botulismo.