La leche es una secreción producida por las glándulas mamarias de las hembras de todas las especies de mamíferos. Como alimento comercial, la leche más consumida y distribuida es la leche de vaca, incluyendo una extensa gama de productos derivados (productos lácteos) como queso, yogur, nata, helados o mantequilla.
La vitamina A está involucrada en la función inmune, la visión y la comunicación celular y, como todas las vitaminas, es un nutriente esencial que se debe consumir a través de la dieta. La ingesta diaria recomendada es de 700 µg (microgramos) para mujeres y de 900 para hombres. Durante la gestación se recomienda un poco más, 770 µg, y durante la lactancia se sube hasta 1300 µg.
La leche de vaca aporta numerosos nutrientes, entre ellos vitamina A, presente principalmente en forma de retinol con una concentración media de 46 µg por cada 100 ml. Con un vaso de leche se obtendrían más de 100 µg de vitamina A, lo que equivaldría al 12% de la ingesta recomendada para mujeres y al 16% para hombres.
La concentración de vitamina A en la leche se considera moderada y, aunque puede ser una fuente importante por la frecuencia de su consumo, no está entre los alimentos más ricos en vitamina A.
Además, es importante saber que solo la leche entera contiene vitamina A. Esto se debe a que la vitamina A es una vitamina liposoluble y, por tanto, va disuelta en la fracción grasa de la leche; si se retira la grasa, se retiran los nutrientes disueltos en ella.
No obstante, es muy frecuente que la leche desnatada o descremada y sus productos derivados sean enriquecidos posteriormente con los nutrientes perdidos durante el proceso de elaboración. En el caso concreto de la vitamina A, su adición en los productos desnatados es obligatorio en muchos países.
Otras fuentes de vitamina A
El consumo de leche y productos lácteos durante la edad adulta se asocia con diversos riesgos para la salud y se suele recomendar un consumo bajo o moderado, incluso algunos sectores de la medicina recomiendan que se elimine completamente de la dieta o que se limite a ocasiones esporádicas.
Entre otros, la leche se relaciona con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, mayor riesgo de algunos tipos de cáncer y mayor riesgo de diabetes tipo 1, además de que la intolerancia a la lactosa, el azúcar de la leche, es muy frecuente en todo el mundo.
Con el contenido bajo-moderado de vitamina A que tiene la leche y las recomendaciones de que su consumo sea bajo, no se puede basar el aporte de vitamina A en los productos lácteos. Además, la leche, el huevo y el hígado son de las pocas fuentes animales que contienen vitamina A en cantidades relevantes, la carne no tiene, por lo que no se puede basar el aporte de vitamina A en las fuentes animales en general.
Por tanto, las fuentes dietéticas de vitamina A más importantes son alimentos de origen vegetal. Existe una gran variedad de frutas y verduras con alto contenido en carotenoides y otros precursores de vitamina A, que si bien se necesitan en cantidades muy superiores al retinol para alcanzar una equivalencia en actividad, son cantidades fáciles de conseguir.
Como ejemplo, el contenido en vitamina A de algunos alimentos vegetales es (por 100 g de producto, expresado en RAE – Retinol Activity Equivalents):
- Zanahorias: 835
- Batata: 709
- Espinacas: 469
- Calabaza: 369
- Lechuga verde: 166
- Tomate: 42
- Guisante: 38
- Brócoli: 31
- Mango: 54
- Albaricoque: 96