Es bastante habitual que se hable de estos tres trastornos mentales pero que no se sepa distinguir muy bien uno de otro: el trastorno bipolar (también conocido como trastorno afectivo bipolar (TAB) y antes como psicosis maniaco-depresiva), la esquizofrenia y el trastorno de identidad disociativo (antes llamado trastorno de personalidad múltiple). Están muy relacionados entre sí, de hecho, un estudio del Consorcio Genómico de Psiquiatría publicado en la revista Nature Neuroscience, ha encontrado relación genética entre la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión. Vamos a ver las características principales de cada uno y al final realizaremos una pequeña comparación entre los tres para que aprendamos a diferenciarlos.
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Trastorno bipolar
En comparación con los otros dos, el trastorno bipolar es más común y es una enfermedad mejor comprendida desde un punto de vista médico. Se caracteriza por episodios maníacos en alternancia con episodios depresivos. Cada uno puede durar desde semanas hasta meses. Durante los episodios maníacos la persona se siente llena de energía, a menudo de forma desmesurada embarcándose en numerosas tareas. Al período maníaco le sigue una fase depresiva caracterizada por tristeza y la sensación de que hacer cualquier cosa es un sinsentido.
El tratamiento puede ser difícil, sobre todo por la dificultad de que los pacientes se adhieran a la farmacoterapia prescrita. Durante los episodios depresivos la medicación utilizada suele generar un estado carente de emociones, una sensación que a la mayoría de la gente de no le gusta experimentar y que es a menudo referida como estado de «zombi». Por el contrario, durante los períodos maníacos los pacientes bipolares suelen manejarse bien con la sociedad y sobrellevar sus cambios de ánimo, lo que también hace difícil que sigan el tratamiento.
Esquizofrenia
La esquizofrenia es menos común que el trastorno bipolar, afecta más a hombres que a mujeres y se suele diagnosticar al final de la adolescencia y principio de la edad adulta. Se caracteriza principalmente por alucinaciones y delirios; pueden ver, escuchar y creer cosas que no son reales para los demás o que los demás perciben como irracionales. Las personas con esquizofrenia tienen dificultades en la relación con los demás y a menudo para llevar a cabo actividades de la vida diaria, como mantener un trabajo, lo que hace complicado que sigan el tratamiento e indicaciones terapéuticas. Es una de las enfermedades mentales más estigmatizada socialmente.
Trastorno de Identidad Disociativo
Aunque todavía se utiliza mucho el término trastorno de personalidad múltiple, su nombre clínico actual es trastorno de identidad disociativo (TID). El TID se caracteriza por la coexistencia de una o más identidades o estados de personalidad en una misma persona. Cada identidad tiene su propio concepto del individuo y de su relación con el mundo y se alternan en el control del comportamiento de la persona. Cada episodio disociativo no es recordado por las demás personalidades, de modo que una identidad puede saber cosas que otra no y la persona experimenta lapsus de memoria frecuentes.
El Trastorno de Identidad Disociativo no es una enfermedad mental bien comprendida y existe bastante discrepancia en su diagnóstico y tratamiento, incluso sobre su existencia real como trastorno mental. Por esto no hay datos exactos sobre su prevalencia en la población. El tratamiento suele durar años y combinar distintas técnicas de psicoterapia y farmacología.
Comparando los tres
La gente con un trastorno bipolar generalmente puede llevar una vida normal, tanto laboral como familiar, sobre todo cuándo se consigue un seguimiento terapéutico constante. Estas personas alternan estados de ánimo muy opuestos pero no son distintas identidades ni presentan alucinaciones y delirios.
La gente con esquizofrenia suele tener más dificultad para desarrollarse en la sociedad debido a la propia naturaleza de la enfermedad. Las relaciones con la familia, amigos y trabajo se hacen muy difíciles. Es una de las enfermedades mentales más estigmatizadas socialmente, lo que generalmente agrava la situación de la persona. Aquellos esquizofrénicos con un entorno familiar y social fuerte suelen responder mucho mejor a las terapias pudiendo alcanzar una vida feliz con buenas relaciones sociales.
Los esquizofrénicos pueden experimentar períodos maníacos y depresivos pero no son la enfermedad en sí. Por ejemplo, pueden deprimirse por tener esquizofrenia y sentir que son una carga para su familia. A diferencia del trastorno de Identidad disociativo, los esquizofrénicos pueden tener alucinaciones pero las reconocen como externas. Por ejemplo, un paciente con TID puede oír voces de otras identidades dentro de sí mismo mientras que el esquizofrénico que oye voces (no todos lo experimentan) las oye desde fuera y no son reconocidas como internas o propias.
Algunas personas con trastorno de personalidad múltiple pueden llevar una vida «normal» con buenas relaciones sociales aunque experimenten disrupciones por los lapsus de memoria. Para otras personas con TID puede ser muy frustrante el control de los lapsus de tiempo a lo largo del día provocando una vida cada vez más caótica y difícil de sobrellevar. Aunque los pacientes con TID pueden experimentar depresión severa, es un síntoma secundario y no la enfermedad en sí misma; por ejemplo, se deprimen al intentar convivir con el TID y frustrarse si no lo consiguen.
Por tanto, aunque las tres son enfermedades mentales graves, sobre todo la esquizofrenia y el TID, tienen claras diferencias en sus síntomas, manifestaciones y repercusión en la vida de la persona.