La ecolocación, a veces llamado bio sonar, es la capacidad que tienen muchos animales para conocer la posición de otros animales y objetos en el entorno mediante la emisión de ondas sonoras y la recepción de su eco, similar a como funciona un sonar (SOund Navigation And Ranging).
La ecolocación es típica de varios mamíferos, como los cetáceos (ballenas, delfines) o lo murciélagos, pero también se conocen aves capaces de utilizar la ecolocación para volar en cuevas sin visibilidad. Los murciélagos, además de utilizarlo en cuevas, si es que viven en ellas, utilizan la ecolocación en todos sus desplazamientos, incluyendo la localización de presas y su caza.
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Ecolocación en los murciélagos
Los murciélagos no están completamente ciegos como se suele pensar, pero a diferencia de otros animales nocturnos que han desarrollado capacidad visual para condiciones de baja luminosidad, los murciélagos han desarrollado la ecolocación que les permite desplazarse y cazar incluso en completa oscuridad.
También existen murciélagos con una vista bien desarrollada y adaptada a la vida nocturna. Por ejemplo, solo se conoce una especie de megamurciélagos (suborden Megachiroptera) con sistema de ecolocación y lo utiliza solo en condiciones de total oscuridad, el resto de megamurciélagos emplean su visión.
El sistema de ecolocación de los murciélagos se basa en varias adaptaciones anatómicas, incluyendo su laringe, sus orejas o pabellones auditivos y la capacidad de procesar las señales para ubicarse en el espacio.
Los murciélagos generan ultrasonidos en su laringe que son emitidos a través de la nariz o de la boca. La frecuencia de estos ultrasonidos suele estar entre 1400 y 100 mil Hz (hercios), la mayoría por encima del rango audible por el oído humano (entre 20 y 20 mil Hz). El rango exacto utilizado por las diversas especies de murciélagos puede ser variable, incluso entre grupos de la misma especie que vivan en regiones diferentes. Algunos murciélagos combinan los ultrasonidos con chasquidos realizados con la boca.
Las orejas de los murciélagos tienen una forma compleja que les ayuda a captar ondas sonoras y los oídos contienen numerosos receptores sensibles a las bajas frecuencias.
Cuando la laringe emite los ultrasonidos para la ecolocación, los huesecillos del oído interno se separan para reducir la captación del propio sonido. Cuando los músculos de la laringe se relajan tras emitir el sonido, el sistema receptor del oído interno vuelve a la normalidad.
El eco del sonido emitido por el murciélago, así como de los diferentes sonidos que provienen del ambiente, son transformados en el cerebro en un mapa tridimensional del entorno. El cerebro del murciélago tiene en cuenta incluso el efecto Doppler que el desplazamiento tiene sobre la percepción de las ondas sonoras. De este modo pueden ubicar a las presas y calcular la distancia hasta ellas.
Tipos de ecolocación
Existen varios tipos de ecolocación y los murciélagos utilizan principalmente dos:
- Ecolocación de alto ciclo: da a los murciélagos información en tres dimensiones sobre el movimiento y localización de una presa. El murciélago emite sonido de forma continua a la vez que escucha la frecuencia del eco recibido.
- Ecolocación de bajo ciclo: permite a los murciélagos estimar distancias hasta la posición de un objeto. Aunque sea un ultrasonido que no podamos oír los humanos, los decibelios emitidos para la ecolocación de bajo ciclo alcanza entre los 60 y los 140 decibelios, por lo que en realidad es un sonido bastante fuerte.
Los insectos son las principales presas de los murciélagos y algunos han desarrollado adaptaciones para evitar ser localizados por el bio sonar de sus depredadores. Por ejemplo, la polilla tigre (Bertholdia trigona) es capaz de anular los ultrasonidos y no producir eco, mientras que otros insectos generan sus propios ultrasonidos para confundir a los murciélagos. Otros insectos pueden detectar los ultrasonidos y responder con un vuelo aleatorio que dificulte su caza.