No hay duda de que la dieta puede afectar al comportamiento humano, sin embargo, la relación entre el consumo de azúcar y la hiperactividad no está nada clara. Por ahora, la mayoría de estudios no encuentran evidencias que relacionen de forma directa el azúcar con un mayor riesgo de hiperactividad en los niños. Aunque todavía puedan ser necesarios estudios en mayor profundidad para despejar la duda completamente, existen otras posibles razones que expliquen por qué los padres observan a sus hijos más activos en ciertos momentos.
La idea de que el azúcar puede estimular la actividad en los niños y aumentar el riesgo de hiperactividad comenzó a hacerse popular a comienzos de la década de 1970 y fue ganando cada vez más fuerza a lo largo de la siguiente década1. En 1973 Benjamin F. Feingold, doctor en medicina, publicó su famosa dieta Feingold y varios libros sobre la hiperactividad infantil y su relación con determinadas sustancias de los alimentos.
Feingold recomendaba evitar los salicatos, aromatizantes y colorantes artificiales, el butilhidroxianisol (BHA, aditivo E-320), el butilhidroxitolueno (BHT, aditivo E-321) y en general los aditivos alimentarios. Aunque nunca habló específicamente del azúcar, el azúcar refinado como aditivo cayó en el mismo saco. La dieta Feingold se hizo muy popular, y aún lo es en la actualidad, aunque no haya demostrado ser efectiva2.
Otro estudio de 1978 relacionó el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) con hipoglucemia reactiva (bajada de glucosa en sangre al consumir azúcar por sobre secreción de insulina). Esta asociación reforzó la idea de que el azúcar estimula la actividad en los niños y los puede hacer hiperactivos.
Desde entonces se han realizado muchos estudios que desmienten esta creencia pero aún persiste entre la sociedad. Si bien es cierto que el azúcar, principalmente los azúcares refinados que pasan al torrente circulatorio rápidamente, tienen efectos sobre el cerebro que pueden afectar al comportamiento3, no se puede afirmar que exista relación con la hiperactividad. No obstante, hay otros muchos motivos por los que se debe reducir el consumo de azúcar y evitar los refinados, por ejemplo, la caries o la obesidad.